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sábado, 28 de mayo de 2016

Evocación de Pablo Neruda



Por JOSE MIGUEL ALZATE

Nada más apropiado que este 23 de septiembre en que escribo estas líneas para evocar a Pablo Neruda. En una fecha como esta, hace 41 años, murió en su casa campestre de Isla Negra el hombre que le dio un nuevo vuelo lírico a la poesía latinoamericana. Ese día el mundo, compungido,  recibió la noticia sobre la muerte del poeta nacido en Parral  el 12 de julio de 1904.  Cuando los noticieros revelaron la información sobre su muerte un manto de tristeza se extendió por los cielos de América Latina. Partía hacia la eternidad el hombre que desde Chile expresaba su vitalidad poética en un lenguaje torrencial. Ese 23 de septiembre de 1973 se quedó grabado, para siempre, en la mente de los enamorados de la poesía.

Evocar a Pablo Neruda es reencontrarnos con el torrente creativo de un hombre que hizo de la palabra su herramienta preferida para ganarse un lugar en el corazón de los enamorados de todo este continente.  “Los versos del capitán”, el poemario dedicado a Matilde Urrutia, fue el libro que le abrió las puertas de la consagración poética. Campea allí una poesía huracanada, de hermosas metáforas, que expresa en un lenguaje rumoroso la admiración del hombre hacia la mujer amada.  En esos versos late el sentimiento de un creador que para expresar su amor transforma la poesía en un manantial de exquisita belleza.  Neruda entrega en estas páginas su rendido testimonio de amor.

La mujer fue siempre el centro vital de la poesía de Pablo Neruda. Ella trasciende por sus versos como una alada figura que evoca bellos recuerdos. Aparece en sus “Cien Sonetos de amor” como la destinataria de todo un universo poético que se rinde ante su belleza. En su poesía la mujer es vida, encanto, amor, ternura. Faro que ilumina los días, compañera en las horas tristes, aroma en medio del desierto, la mujer tiene en su obra poética una presencia que trasciende más allá de su propio encanto femenino. En los “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, uno de sus libros más elaborados, ella es protagonista de historias que llevan un mensaje pleno de ternura.

El “Poema XV” es una página imperecedera de las letras españolas. Cuando el poeta dice: “Me gustas cuando callas porque estás como ausente”, está recordando a esa mujer que llena sus días con el aroma del recuerdo. Pero que aunque se encuentra lejos, aunque no abre los labios para pronunciar palabra, aunque pasa por el aire como una mariposa en busca de la luz, tiene una presencia viva en su pensamiento. El poeta la evoca cuando dice. “Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo”. Aquí aparece esa fina arquitectura de su poesía, ese trabajo de relojería que caracteriza la construcción de sus cuartetos.

Pablo Neruda es el más grande poeta latinoamericano del siglo veinte. Díganlo, sino, su reconocimiento universal, su influencia en la poesía contemporánea, su permanencia en el tiempo. Manejó un lenguaje rico en imágenes, de una exuberancia verbal admirable, matizado de estética. Alguien que escribe: “Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,”, no es más que un hombre dueño de una inspiración privilegiada para cantar la belleza de la mujer. En su obra poética se funden, como en un crisol, todos los elementos creativos. El viento, el aire, el agua, las palmeras, las mariposas y las piedras son figuras que el poeta utiliza  para resaltar su presencia.

El 23 de septiembre será siempre, para los amantes de la poesía, una fecha luctuosa. Ese día, en Isla Negra, dejó de latir el corazón de un poeta inmenso. El hombre que en sus “odas elementales” le cantó a la cebolla, a la piedra, al río, al agua, al aire, marchó ese día hacia la posteridad. Pero en la tierra dejó el eco de su voz que no se apaga, el recuerdo de su entrega sin horarios a la poesía, el mensaje de su alma enamorada. Nada terrenal se llevó Pablo Neruda hacia la otra vida. Ni siquiera la fuerza huracanada de su canto. Ese nos quedó a nosotros. Su “Residencia en la tierra” es el legado maravilloso de un hombre que pasó por ella entregando palabras llenas de encanto.

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