Por JOSE MIGUEL
ALZATE
La muerte del general
Alvaro Valencia Tovar, ocurrida en Bogotá a los 94 años de edad, obliga a
volver la mirada hacia la obra literaria de un alto oficial que, gracias a su
vocación de escritor, dejó en la institución armada la imagen de un estratega
intrépido y, al mismo tiempo, la de un intelectual formado en lecturas
selectas. El excomandante del ejército, fallecido de muerte natural, alimentó
durante su existencia dos grandes pasiones: la vida militar y la literatura. En
la primera descolló por una habilidad innata, que le permitió organizar efectivas
operaciones militares contra grupos insurgentes: la de orientador. En la segunda por el manejo apropiado del
lenguaje y, sobre todo, por la calidad de su prosa. Valencia Tovar fue un
escritor de eximia formación literaria.
Colombia conoció de
Alvaro Valencia Tovar su trayectoria como columnista de prensa. En este diario
sostuvo, durante 56 años, una columna denominada Clepsidra, donde abordaba
temas de interés nacional. En ella hacía gala de un estilo límpido, de una
prosa castigada, de un lenguaje pulcro. Había en esos comentarios de opinión un
estilo literario que cautivaba al lector por su exquisita factura idiomática.
Eran artículos donde afloraba, además de la profundidad conceptual, el respeto
por la gramática. No se encontraban en esas notas ni un que galicado, ni un
gerundio mal utilizado, ni un verbo mal conjugado. Leer esas notas escritas con
calidad literaria era degustar a un escritor que sacaba de las canteras del
idioma los términos precisos para darle vuelo artístico a la oración.
La faceta literaria
más reconocida de Alvaro Valencia Tovar es la de historiador. Desde “El ser
guerrero del Libertador”, libro donde se aproxima a la personalidad de Simón
Bolívar para hacer énfasis en su condición de estratega militar, el general
demostró su interés por desentrañar la historia de Colombia, por investigar
sobre los procesos históricos que han hecho posible la consolidación de nuestra
nacionalidad y por ir hasta las raíces de nuestra formación como república para
hallar las razones de esta violencia que nos ha bañado de sangre durante tantos
años. En libros como “El Final de Camilo”, “Los presidentes que yo conocí” y “Mis
adversarios los guerrilleros”, Valencia Tovar expresa su visión sobre la
Colombia que le tocó vivir y sobre los momentos históricos de los cuales fue
protagonista.
Pero hay una arista
en la producción literaria del general Alvaro Valencia Tovar que es importante
destacar: la de novelista. Esta es quizá una faceta poco conocida de sus afanes
literarios. Y fue la razón para que este columnista se acercara a su trabajo
intelectual. En la columna que el alto oficial publicó después del atentado de
que fue víctima por parte del Ejército de Liberación Nacional, ocurrido el 8 de
octubre de 1971, aparece un escritor que sabe manejar el recurso narrativo para
contar qué sintió cuando, desde el puesto trasero de su vehículo, vio a un
hombre que, con una metralleta en la mano, se acercaba para dispararle. En ese
artículo está la impronta de un verdadero narrador. En una prosa maciza, de
alto contenido estético, Valencia Tovar narró su impresión frente al hecho.
En el alma de Alvaro
Valencia Tovar habitaba un buen novelista El general escribió una novela, “Uisheda”,
que es un testimonio de primera mano sobre el conflicto armado. Ubicada
geográficamente en los Llanos Orientales, la obra le enseña al lector cómo se vive
la guerra en las selvas colombianas. Uno de los personajes, el médico Armando
Garcés, que no es otro que el idealista Tulio Bayer, es capturado por una patrulla
del ejército. El comandante Robles, que en la vida real es Alvaro Valencia
Tovar, al enterarse de su captura lo visita en su sitio de reclusión. Y surge
entre los dos personajes un interesante diálogo sobre la lucha armada. El
militar y el guerrillero hablan en profundidad sobre la Colombia que el primero
defiende y el segundo combate.
No hay comentarios:
Publicar un comentario