Por JOSE MIGUEL
ALZATE
Me ha pedido el
historiador Angel María Ocampo Cardona que escriba el prólogo para un nuevo
libro suyo, Paisajes inexplorados de la
historia caldense, una obra donde el investigador que es este hijo de
Marquetalia explora sobre aspectos conocidos de la historia de este
departamento fundado mediante la ley 17 del 11 de abril de 1905, firmada por el
entonces Presidente de la República, general Rafael Reyes. Debo entonces
iniciar esta introducción al libro diciendo algo que hace mucho tiempo he
querido expresar: que en el trabajo literario de Angel María Ocampo convergen
dos géneros que el escritor maneja con maestría. Uno es el historiador que busca
a través de la investigación hacer claridad sobre sucesos que marcaron una
comunidad; otro es el ensayista de estilo aquilatado que hurga en el trabajo de
los escritores para encontrar las claves de su producción literaria.
Quiero explicar en
este párrafo por qué razón me atrevo a decir que en el alma de Angel María
Ocampo Cardona habita un excelente escritor. Cuando leí su ensayo sobre
Bernardo Arias Trujillo, que fue premiado en un concurso de literatura
caldense, me sorprendió encontrar en esas páginas a un conocedor profundo de la
obra del autor caldense fallecido el 4 de marzo de 1938 víctima de una sobredosis de barbitúricos. Encontré
allí, en ese texto que años después reeditaría bajo el título de “Pasión y patria, en torno a Bernardo Arias
Trujillo”, a un ensayista que con un lenguaje preciso muestra al autor de la
novela "Risaralda" en toda
su dimensión humana. Angel María Ocampo le enseña al lector de qué se nutre la
narrativa de Arias Trujillo, cuáles fueron sus preocupaciones temáticas, de
dónde viene la fuerza poética de su prosa, por qué el suyo fue un corazón
atormentado. La lectura de este libro me reveló a un ensayista con la
profundidad filosófica de Ernesto Volkening y el dominio del contexto histórico
de Otto Morales Benítez.
Después de la lectura de ese libro para mi revelador
de la personalidad literaria de Angel María Ocampo, quise conocer sus otros
trabajos intelectuales. Y, para sorpresa mía, me encuentro con sus libros Marquetalia, su historia y su cultura y
Dios bendijo la Villa del sol. El primero es la historia de su pueblo
natal contada en un lenguaje limpio, retrotrayéndose al tiempo para contar cómo
surgió el poblado y qué factores influyeron en su fundación. El segundo es la
biografía del sacerdote Antonio María Hincapié, un líder que con su carácter
forjó el desarrollo de Marquetalia y, además, sentó las bases para que la
educación en el municipio fuera una preocupación de la clase dirigente. Estos
dos libros me revelaron a un historiador que hurga en archivos para sustentar
sus verdades sobre la historia de un pueblo que construyó su presente gracias
al civismo de un sacerdote que, para superar una etapa de violencia, supo
conducir a los ciudadanos por los caminos del entendimiento.
Con la lectura de estos tres libros pude darme
cuenta de que estaba frente a un escritor que maneja el idioma con precisión en
dos géneros literarios distintos: la historia y el ensayo. Como historiador, su
prosa se nutre de datos y fechas que le muestran al lector cómo ha sido el
desarrollo de los pueblos. Además de datos importantes sobre el acontecer de la
comunidad historiada, Angel María Ocampo aporta en sus textos nuevas teorías
sobre la investigación histórica. Va al fondo de los temas, tratando de encontrar
relación entre los hechos, buscando siempre el dato escondido, escribiendo con
la certeza de que ha investigado a fondo el tema y sus precedentes. Como
ensayista, no se queda en el esbozo simple de una obra literaria sino que busca
en la personalidad misma del escritor la razón de su creación. Si en los textos
de carácter histórico aborda con conocimiento el contexto geográfico, en los
ensayos busca el contexto histórico para ubicar las obras en su tiempo. Al
escribir sobre historia agota las posibilidades de aportar datos nuevos. Cuando
escribe sobre literatura fluye el escritor que tiene dominio del arte de
escribir.
Paisajes inexplorados de la historia caldense confirma las grandes aptitudes de Angel María
Ocampo Cardona para escribir historia. Los doce capítulos que conforman este
libro están trabajados con disciplina intelectual, con rigorismo investigativo,
con riqueza de datos comprobables. Cuando aborda el tema de los tiempos de la
conquista para mostrarle al lector qué tribus habitaron la geografía caldense
lo hace con rigor de científico, yendo a las fuentes para desentrañar el pasado
indígena, las costumbres de los primeros pobladores de la región y el aporte
que cada tribu hizo para la consolidación de sus espacios. Llama la atención en
este punto su interés en descubrir el verdadero nombre de las tribus que
habitaron el oriente del departamento. En
este sentido, se inclina por llamar Patangoros a los indios que los
historiadores denominaron Pantágoras. Coincide en este nombre con Albeiro Valencia
Llano. Sobre los indios Marquetones sostiene la idea de que el nombre se
enraizó por factores de pronunciación, señalando que fue un derivado de
Mariquities.
Muchos tópicos
importantes trata este libro. Por ejemplo, aclara que Núñez, el primer nombre
que tuvo el Municipio de Marquetalia, se le puso como un homenaje a Rafael
Núñez, el regenerador, no como un reconocimiento a Francisco Núñez de Pedrozo,
el conquistador que persiguió a las tribus que se asentaron en su territorio. Sobre
el proceso de fundación del poblado dice que fue una prolongación de la
colonización antioqueña. Todo porque personas que llegaron al norte de Caldas
emigraron después hacia estas tierras para consolidar la fundación de varios
pueblos. Reconoce, sin embargo, el aporte tolimense y caucano en el proceso
poblador de todos los municipios del oriente caldense, destacando que mineros,
agricultores y comerciantes tuvieron fuerte incidencia en la formación de sus
comunidades.
El aporte que ha
hecho Ocampo Cardona para el conocimiento de la historia de Caldas es
importante. Los antecedentes indígenas, el proceso colonizador, la fundación de
los pueblos, el fortalecimiento de la educación, los sucesos violentos, la
influencia religiosa, los movimientos culturales y el desarrollo económico son
temas que el historiador aborda para mostrar cómo se hizo posible el
surgimiento de estos municipios. En el libro no podía quedar por fuera lo que
significó La masacre de la Italia, ejecutada el 5 de agosto de 1963 por el
temible bandolero Desquite, alias de José William Aranguren, que dejó 39
ciudadanos asesinados. Tampoco lo que representó para Marquetalia el maestro
Ramón Cardona García, asesinado en la época de la violencia partidista, En el
caso de La masacre de la Italia Angel María Ocampo afirma que el hecho fue
cometido como represalia por el asesinato de Manuel Salvador Castro, el 16 de
agosto de 1959. Desquite había jurado vengar la muerte de este ciudadano
liberal que se desempeñaba como Secretario de la Alcaldía.
Paisajes inexplorados de la historia caldense abre nuevas
interpretaciones sobre el devenir histórico del departamento, enseña lo que ha
representado la región del oriente en su historia, aclara hechos que están
grabados en la mente de los ciudadanos. Angel María Ocampo Cardona rescata del
olvido sucesos que deben permanecer en el recuerdo de los pobladores de estos
municipios por lo que representan como sucesos
que marcaron su pasado. Esta obra
responde a las expectativas que, como lector, en mi había despertado el
escritor oriundo de Marquetalia después de leer su libro Posiblemente ignorados. Me atrevo a decir que en Ocampo Cardona
tiene este municipio una figura literaria de alto vuelo por la calidad de su
prosa y su disciplina investigativa. Cierro con estas palabras de César Montoya
Ocampo, escritas después de leer el libro de Ocampo Cardona sobre Arias
Trujillo “¡Qué estudio de tan extenuantes sondeos en los anaqueles, y qué estilo
tan depurado!”
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