Por JOSE MIGUEL
ALZATE
Si algo sorprende de
“Mi querida enemiga”, la novela de Julián Chica Cardona que obtuvo el Premio
Nacional de Novela Ciudad de Pereira, es el afortunado manejo del personaje
narrador. En la obra del escritor oriundo de Filadelfia se advierte, desde el
principio, un narrador en primera persona que le comunica al lector, en un
lenguaje con contenido erótico, esas sensaciones extrañas que el personaje vive
cuando sale a recorrer las calles de Pereira - la ciudad que se convierte en el
espacio geográfico de la novela - para encontrarse con su hermana Frida. En esta
novela se descubre un narrador fornido, que sabe cómo utilizar los recursos del
lenguaje para imprimirle ritmo a la narración.
Es decir, esta escrita en un lenguaje fresco, que por su calidad
narrativa induce a leerla.
Félix Antonio
Mendiguren Marmolejo, el ingeniero que hereda de sus mayores una cantera que le
permite darse una vida de conquistador empedernido, es un personaje de
complejidades sicológicas. En esa narración
que hace de momentos intensos en las relaciones de pareja, el personaje
narrador se adentra en los conflictos humanos para contar una historia que si
bien no tiene eso que José Miguel Oviedo llamaba momentos de intensidad
dramática, logra entretener al lector por la calidad de la narración, y por ese
erotismo de excelente factura que asoma en sus páginas. En esta obra Julián Chica Cardona demuestra
que tiene el talento literario suficiente para escribir una novela de mayor
profundidad temática, donde invente ficciones arraigadas en la realidad.
“Mi querida enemiga”
es una narración más bien lineal, sin aportes novedosos desde el punto de vista
estructural, donde la técnica cede ante el encanto del lenguaje. Pero, eso sí,
es una novela muy bien escrita, donde el autor alcanza instantes de esplendidez
literaria. Julián Chica Cardona logra seducir al lector con una narración
ajustada a parámetros estéticos. Hay momentos en la novela donde se revela esa
capacidad del autor para construir frases efectistas, con contenido artístico. Aunque
peca un poco en el dequeísmo, sobre todo porque omite el “de” cuando el “que”
lo requiere para darle casticidad a la frase, la prosa no pierde encanto
literario. El escritor sabe condensar las palabras para construir párrafos bien
logrados. Se vale de metáforas para darle al relato consistencia poética.
El título de la
novela de Julián Chica Cardona hace pensar en una historia donde confluyen
personajes que en determinado momento se van a enfrentar para arreglar sus
diferencias. Como nombre, “Mi querida enemiga” le vende al lector una idea
falsa. Todo porque lo que sucede al interior de la novela no es expresión
rotunda de conflictos personales. ¿Quién puede ser la querida enemiga a que
hace referencia el título? El lector no lo descubre fácilmente. Los personajes
femeninos tienen en la novela una connotación más bien freudiana. ¿Se podría
pensar que es Frida, la hermana del personaje narrador, la enemiga? No hay
momentos en la historia narrada que marquen a este personaje femenino dentro de
ese contexto. Es decir, el rostro de la enemiga no se advierte en el relato.
En “Mi querida
enemiga” no se encuentra el lector con una novela donde se trabaje con interés
eso que James Joyce llamó alguna vez nudo, desarrollo y desenlace. ¿La razón? A
la obra le hace falta hilo argumental. Además, no son muchos los personajes que
en la historia cobren vida propia. Por ejemplo, la novela se queda corta cuando
el personaje narrador cuenta cómo se encontró en el avión con una hermosa rubia
que lo conquista para, después de darle escopolamina, apoderarse de sus
pertenencias. El relato, no obstante tener aristas interesantes, deja muchos
hilos sueltos. La técnica de contar desde otro segmento de la narración la
forma cómo fue dejado abandonado no es convincente. Como no lo es la relación del
protagonista con la hija de su amante.
En “Mi querida
enemiga” los diálogos tienen contundencia verbal. Sin embargo, la novela
adolece de eso que Mario Vargas Llosa califica, en “Cartas a un joven
novelista”, como poder de persuasión. Todo porque lo único extraño que vive el
protagonista es haber sido víctima de
una mujer que, después de seducirlo, lo despoja de sus objetos de valor. En la
narración de este suceso, Julián Chica Cardona no utiliza todas sus destrezas
narrativas. Además, la historia de Frida cuando, al final de la novela, se cree que va a tener con el hermano una
relación incestuosa, se corta abruptamente cuando aparece en el cuarto la
amante. Del autor de “Mi querida enemiga” debe esperarse, en un futuro, una
novela donde despliegue todo su talento como narrador. En su alma habita un
excelente escritor.