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lunes, 23 de mayo de 2011

Premio Alfaguara a Juan Gabriel Vásquez

Por JOSE MIGUEL ALZATE

“El ruido de las cosas al caer”, novela del colombiano Juan Gabriel Vásquez, obtuvo este año el Premio Alfaguara, uno de los galardones literarios más representativos no sólo por la oportunidad que representa para la proyección continental de la obra de un escritor, sino por el monto en dinero que recibe el autor galardonado: 175 mil dólares, casi 350 millones de pesos. Los medios colombianos registraron la información, después de ser revelada en España por el Jurado Calificador, anotando que el autor premiado es uno de los escritores menores de 40 años con mayor proyección literaria debido a su profesionalismo y a la disciplina que ha demostrado desde que asumió su vocación como novelista.

¿Quién es este Juan Gabriel Vásquez que a la edad de 38 años logra que un libro suyo sea escogido como merecedor de semejante reconocimiento? El ganador del Premio Alfaguara de Novela 2011 es un bogotano que desde muy joven sintió la necesidad de expresar en palabras su visión del mundo. Nacido en 1973, publicó su primera novela, “Persona”, con la Editorial Magisterio, en el año 1997, cuando contaba apenas con 24 años de edad. Ese mismo año publicó, con Editorial Norma, “Alina suplicante”. Siete años más tarde, en el 2004, publicó en Alfaguara la novela, “los Informantes”. Pero el libro que lo catapultó como un excelente novelista fue “Historia secreta de Costaguana”, publicada en el año 2007. Esta obra obtuvo en Francia el premio Qwerty a la mejor novela en castellano.

Llegué a la lectura de “Historia secreta de Costaguana” después de conocer este concepto de Alfredo Brice Echenique sobre el libro: “una vuelta de tuerca a la violencia colombiana para mostrarnos su aspecto más insólito y desconocido. Ficción y realidad se entremezclan como nunca en una novela perturbadora y apasionante”. La leí de un solo tirón, en la pasada navidad, recogido en una finca en el Lago Calima. Me impresionó su novedosa estructura y, sobre todo, su lenguaje. Pero, más que eso, me apasionó su argumento. Juan Gabriel Vásquez reconstruye en esta magnífica novela todo el proceso que llevó a la pérdida de Panamá el 5 de noviembre de 1903. Es decir, recrea con aliento narrativo un suceso oscuro en la historia de Colombia.

“Historia secreta de Costaguana” tiene un hilo conductor: la vida del novelista inglés Joseph Conrad. El autor toma el viaje que el famoso escritor realizó a Panamá antes de escribir su libro “Nostromo”, donde narra la historia de un país llamado Costaguana. La novela de Juan Gabriel Vásquez recrea la historia de Colombia desde la independencia hasta el momento en que pierde a Panamá. A través de un personaje central, Cesar Altamirano, que se reúne con Joseph Conrad en su apartamento de Londres para contarle la historia de las guerras que vivió Colombia, Juan Gabriel Vásquez hace lo que podríamos llamar un collage literario sobre la violencia colombiana. Nada se le escapa. Ni las revueltas de 1854. Ni los enfrentamientos políticos de 1876. Ni la Guerra de los Mil Días.

El escritor Juan Marsé dice sobre “Historia secreta de Costaguana”: “Una espléndida novela que narra el desgarro de un ambicioso sueño. Una lúcida y divertida reflexión sobre la historia y su relación con la literatura”. Y esto es, esencialmente, esta novela que se lee sin tomar aliento. En sus páginas se advierten no sólo una prosa abigarrada, de contextura idiomática, sino una serie de historias paralelas que despiertan en el lector un entusiasmo desbordante. Como esa historia de amor entre el padre de César Altamirano con la francesa Charlotte Madinier, esposa del ingeniero responsable de las obras del Canal de Panamá, Gustave Madinier. Hay en la narración de sus encuentros amorosos un erotismo de fina factura literaria.

El Premio Alfaguara concedido al escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez confirma el buen momento que vive la literatura colombiana. Pero, sobre todo, proyecta internacionalmente a un autor que sabe condensar el pasado histórico para estructurar un libro de fácil lectura. Si la novela premiada tiene la misma calidad literaria de “Historia secreta de Costaguana”, seguramente se constituirá en éxito de librería. Sobre todo si tiene esa dosis de humor negro, de irreverencia a veces, de juego con el lenguaje narrativo y de búsqueda de la verdad histórica que caracteriza el libro aquí comentado. Porque “Historia secreta de Costaguana” no es simplemente un experimento literario para contar la historia de una manera original; es un viaje motivante hacia nuestro pasado histórico.

viernes, 28 de enero de 2011

Juan Rulfo: 25 años de ausencia

Por JOSE MIGUEL ALZATE

El talento literario inmortaliza a esos hombres iluminados que dejaron a la humanidad libros que resisten el óxido del tiempo. Es el caso de Juan Rulfo, el escritor mexicano nacido el 16 de mayo de 1917, en Sayula. El autor de “El llano en llamas” acaba de cumplir 25 años de haber fallecido. En efecto, el 7 de enero de 1986 murió en Ciudad de México, a la edad de 69 años, un escritor que con una novela, “Pedro Páramo”, alcanzó la inmortalidad. Todo porque supo contar, en un relato magistral, las vivencias de una comunidad campesina asediada por la muerte. Comala, el espacio geográfico de la novela, es un pueblo desolado, donde “los vivos están rodeados de muertos”. Allí se siente el crujir del viento cuando baja de la Media Luna, la hacienda legendaria desde donde el protagonista de la historia ordena sus crímenes.

Al conmemorarse los 25 años de la muerte de Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, nombre de pila de quien en el mundo de las letras es conocido simplemente como Juan Rulfo, los estudiosos de la narrativa latinoamericana vuelven su mirada hacia la obra de un escritor que, en concepto de Juan Gustavo Cobo Borda, manejó “una prosa seca pero poética”. Todo porque en estos libros se descubre no sólo un manejo afortunado de los planos narrativos, sino una estructura moderna. Unas veces en monólogos, otras en interiorizaciones sicológicas, Juan Rulfo le da a sus personajes un hálito de esperanza en medio de tanta soledad. Juan Preciado viaja a Comala en busca de su padre. Pero cuando llega, doña Eduviges le dice que Pedro Páramo está muerto. Esa soledad se expresa en el caballo de Miguel Páramo que corre como buscando a su dueño.

¿Qué puede uno escribir sobre un autor que, con dos obras, incrustó su nombre en el mármol de la gloria literaria? Simplemente, que supo crear una historia verosímil a partir de una anécdota, dándole connotación artística al relato. En “Pedro Páramo” se advierte, desde la primera línea, la tragedia que ronda a Comala. Esos muertos que hablan desde sus tumbas simbolizan el sufrimiento de la gente. Cuando el personaje narrador dice, en primera persona: “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”, lo que está transmitiéndole al lector es la sensación de abandono en que lo dejó el padre. Juan Preciado está cumpliendo la promesa que le hizo a su madre en el momento en que ella muere. “El olvido en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro”, le dice ella en su lecho de muerte.

Gabriel García Márquez cuenta que cuando Alvaro Mutis le regaló “Pedro Páramo” le dijo: "¡Lea esta vaina, carajo, para que aprenda!” Con el pequeño libro en sus manos, observando con curiosidad la carátula, hojeando con inquietud intelectual las 156 páginas, el escritor que en 1967 publicaría la segunda novela más importante de la literatura castellana se arrellanó en su silla para internarse en su lectura. “Nunca, desde la noche tremenda en que leí “La Metamorfosis”, de Franz Kafka, había sufrido una conmoción semejante", fueron las palabras de García Márquez para expresar su admiración por esta novela. El autor de “Cien años de soledad” sintetiza así su impresión ante una obra que por su lenguaje catapultó a Juan Rulfo como uno de los escritores representativos del siglo XX. Un referente literario cada que se habla de literatura latinoamericana

Hace 25 años el corazón de Juan Rulfo dejó de latir. Ese día se fue el hombre, el creador de ficciones, el artista de la palabra. Pero nos dejó como legado el contenido estético de sus libros. El 19 de marzo de 1955 el Fondo de Cultura Económica publicó, en su Colección Letras Mexicanas, la novela “Pedro Páramo”. Fueron dos mil ejemplares que los lectores compraron con alborozo. Todo porque en sus páginas había realidad y fascinación, leyendas de muertos que regresan en busca de sus recuerdos, historias de un hombre que nunca pudo encontrar el amor. Pedro Páramo, el personaje principal, es un hombre sin escrúpulos que somete a los habitantes de Comala. Tanto que hasta el padre Rentería, párroco del pueblo, se presta para legitimar sus abusos. Como el que comete contra Susana San Juan al separarla de su padre.

Algunos analistas sostienen que los cuentos que Juan Rulfo recogió en “El llano en llamas”(1953), quedaron como historias ampliadas en “Pedro Páramo”. Personalmente, pienso que no es así. Sólo uno de los relatos, el que lleva por nombre “Luvina”, puede acercarse un poco al ambiente de Comala. Los demás, como “La herencia de Matilde Arcángel”, son historias independientes, que nada tienen que ver con el argumento de la novela. El lenguaje lírico que campea en los cuentos sí tiene parecido con las descripciones del paisaje que Rulfo logró en la novela. Pero los personajes no. En el libro de relatos no hay ningún hombre que tenga parecido a Miguel Páramo, el hijo del cacique rural. Este, que se aprovecha de todas las muchachas bonitas de Comala, muere al caerse del caballo. En “El llano en llamas” no hay ningun cuento que recuerde este incidente.