Por JOSE MIGUEL
ALZATE
Hace poco se
cumplieron 75 años de la muerte de Bernardo Arias Trujillo, el novelista
caldense que publicó en 1935 “Risaralda”, novela representativa de la
literatura colombiana. En efecto, el 4 de marzo de 1938 murió en Manizales,
víctima de una sobredosis de barbitúricos, el escritor que estructuró una obra
que, en su momento, fue calificada como expresión del criollismo literario. El
autor había nacido en Manzanares el 19 de noviembre de 1903. Es decir, falleció
a la edad de 34 años. Sin embargo, a esa temprana edad ya había dado muestras
de su talento creativo. Con “Risaralda”, publicada a los 32 años, Arias
Trujillo alcanzó madurez intelectual. Antes de esta obra ya había publicado
“Por los caminos de Sodoma” y “En carne viva”. Luego vendría “Diccionario de
emociones”.
La conmemoración de
los 75 años de la muerte de Bernardo Arias Trujillo propicia el espacio para
hablar sobre este escritor que, según la crítica literaria, realizó una de las
mejores traducciones del poema “La balada de la Cárcel de Reading”, de Oscar
Wilde. En este sentido, compitió con el maestro Guillermo Valencia, catalogado
por Enrique Uribe White como el más afortunado traductor del poema. Sin
embargo, para muchos conocedores del arte poético la versión de Arias Trujillo
guarda fidelidad a la métrica inglesa, mientras la de Valencia se hace en
versos eneasílabos. Es de anotar que, en su momento, en Colombia se despertó
una interesante polémica entre los dos traductores, atizada por Aquilino
Villegas al señalar que la traducción de Valencia era de mejor consistencia poética.
Existe una razón para
escribir sobre Arias Trujillo: la publicación del libro “Pasión y patria”, de
Angel María Ocampo Cardona, un extenso ensayo en torno al escritor caldense
fallecido prematuramente. Este libro invita a revaluar su trabajo literario.
Sobre todo porque el autor se detiene en el estudio profundo de la personalidad
del destacado escritor, para enseñarle al lector de qué se nutre su narrativa,
cuáles fueron sus preocupaciones temáticas, cómo surgió la novela “Risaralda” y
de dónde viene la fuerza poética de su prosa. En “Pasión y patria” Angel María
Ocampo se aproxima al corazón atormentado de Arias Trujillo, devela su angustia
existencial, descubre sus influencias literarias y lo ubica en su contexto
histórico. No deja ningún hilo suelto para mostrar al escritor como un ser de
carne y hueso.
¿Quién fue Bernardo
Arias Trujillo? Angel María Ocampo se encarga de decirlo. Y lo muestra en su
contextura humana, con sus virtudes y sus defectos, con sus debilidades y
fortalezas, con sus preocupaciones literarias y sus ideales de justicia social.
En las páginas de “Pasión y patria” aparece retratado de pies a cabeza el
creador de belleza que hizo gala de una prosa exquisita para describir el
paisaje de Sopinga, el espacio geográfico de ”Risaralda”. Pero aparece también
la imagen del polemista que no tenía agua en la boca para expresar su opinión
sobre la clase política colombiana de los años treinta del siglo pasado. Ocampo
Cardona nos entrega en este libro un aguafuerte sobre un escritor que hizo del
lenguaje el arma predilecta para denunciar las injusticias cometidas contra una
raza - la negra - que durante muchos años
fue tratada como esclava.
“Risaralda” es la
obra cumbre de Bernardo Arias Trujillo. Cuatro personajes trascienden en sus páginas: Pacha Durán, Francisco
Jaramillo Ochoa, Juan Manuel Vallejo y Carmelita Durán. Ellos son la columna
vertebral de la novela. A su alrededor giran todos los hechos que se viven en
Sopinga. Pacha Durán es una negra portentosa que establece en el pueblo una
fonda donde los negros rumbean cada semana. Francisco Jaramillo Ochoa es el gran patriarca que
llega de Manizales para someter a los negros en su tarea de colonización. Juan
Manuel Vallejo, por su parte, es el aventurero "echao pa' lante" que
huyendo de un castigo de su padre se dedica a recorrer el país hasta que,
deseoso de regresar a su tierra, llega a Sopinga en busca de trabajo. En
“Pasion y patria” Ocampo Cardona analiza la estructura de esta novela con honestidad
intelectual.
Bernardo Arias Trujillo dejó a su muerte una obra
que catapultó su nombre como panfletario.
Es “En carne viva”, un libro que Tomás Carrasquilla ensalzó en su tiempo por su
estilo coruscante. Un libro donde campea una prosa de fina estructura
idiomática, elaborada con conciencia artística, recargada de adjetivos. Y que llevó
a Gustavo Alvarez Gardeazábal a afirmar que Arias Trujillo fue mejor
panfletario que José María Vargas Vila. Angel María Ocampo dice que la obra
“tiene la fuerza avasalladora del que narra con perfecto conocimiento de las
cosas el sufrimiento del pueblo”. Otto Morales Benítez, por su parte, sostiene que
“el estilo era recargado y la frase demasiado sonora”. Y César Montoya Ocampo,
el último grecolatino, dice que “es un acre detonante contra mucha vaca sagrada
de la política colombiana en los años treinta”.
¿Cómo fue esa actitud ante la vida de Bernardo Arias
Trujillo? La de un escritor con pensamiento liberal, comprometido con las
causas sociales. No en vano, Angel María Ocampo habla en su excelente libro
sobre la fuerza de sus ideas, destacando su crítica social. Pero también lo
hace sobre su condición sexual. Sobre todo cuando afirma que en una sociedad conservadora
como la de entonces el escritor tuvo que recurrir a un seudónimo - Sir Edgar
Dixon - para publicar “Por los caminos de Sodoma”, una obra de carácter
homoerótico. Faceta de su personalidad que se manifestó sin reatos morales en el
poema “Roby Nelson”, donde canta a un joven que conoció en Buenos Aires. Por
todo lo anterior, Arias Trujillo fue calificado como “insidioso, venenoso,
implacable, tímido, introvertido, orgulloso, altivo y soberbio”.
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