Por JOSE MIGUEL ALZATE
¿Fue Fernando Soto
Aparicio un escritor comprometido con la realidad social? ¿Reflejan sus novelas
los problemas de las clases marginadas? ¿Expone en sus argumentos la angustia
de los que nada tienen? ¿Cuestiona al Estado como responsable de la inequidad? Estas
son preguntas que deben hacerse cuando se trata de abordar el conjunto de la
obra novelística del escritor fallecido el pasado 2 de mayo. Y la respuesta a
estos interrogantes es: ¡Sí! Ningún otro escritor colombiano trabajó tanto la
marginalidad como el autor nacido en Socha el 11 de marzo de 1933. Desde ”Los
bienaventurados”, su primera novela, Soto Aparicio hizo latente su preocupación por los problemas sociales
de Colombia.
Fernando Soto
Aparicio se formó como escritor con conciencia social después de leer a los
exponentes del naturalismo francés. Emile Zolá, Miguel Zevaco, Paul Feval y
Alejandro Dumas lo condujeron hacia esa literatura de denuncia que identifica su
trabajo literario. Desde luego, también influyeron en su formación Stendhal, Gustave
Flauberth y Honoré de Balzac. Haber leído a temprana edad “Los miserables”, de
Víctor Hugo; “Los hijos del pueblo”, de Eugenio Sué y “Germinal”, de Emile
Zolá, le permitió encontrar una veta temática que le abriría ventanas para
interpretar la angustia del hombre contemporáneo. Los sufrimientos de Jean
Valjean, el personaje de “Los miserables”, lo marcarían para novelar sobre seres
humanos que nada tienen entre las manos.
El conjunto de la obra narrativa de Soto Aparicio
está lleno de referencias al sufrimiento de las clases marginadas. El
campesino, el educador, el obrero, el estudiante, el soldado, la prostituta, el
guerrillero, la muchacha del servicio y el pegador de afiches son personajes
que se pasean por las páginas de sus novelas llevando a cuestas sus
sufrimientos. Sus
obras hacen referencia al hombre sin futuro, al niño sin mañana, a la mujer que
vende su cuerpo, al trabajador asalariado. Escribió sobre la pobreza, sobre el
desarraigo, sobre la soledad, sobre la
angustia y sobre el dolor humano. En sus libros la temática social es
una constante. Se advierte en cada página una queja contra la indiferencia del
Estado.
La lectura de autores
con sentido social le permitió al novelista adquirir conciencia sobre la importancia
de tomar el sufrimiento del ser humano para llevarlo a su narrativa como
expresión de realismo. En “Los bienaventurados” narra el drama de una familia
que perdió la casa como consecuencia de las deudas que al morir dejó el padre.
Los acreedores, unos agiotistas, no tienen consideración con los dolientes. No
obstante que cobraban intereses de usura, caen sobre lo poco que dejó el
hombre. Al perder la vivienda, sin nada entre las manos la familia se marcha
del pueblo en busca de nuevos horizontes. Su angustia se transmite al lector,
que incrédulo mira cómo la justicia se pone de parte de los poderosos.
Aunque su novela más
conocida es “La Rebelión de las ratas, que obtuvo el Premio Ediciones en Lengua
española, en sus otros libros Soto Aparicio también fustigó el desamparo del Estado
frente a las clases marginadas. En “Mientras llueve”, Cecilia Franco Valdivia
se convierte en un símbolo de la mujer que es condenada por un delito que no
cometió. La novela es una crítica a la forma cómo opera la justicia en
Colombia, y a la inhumanidad del sistema carcelario. Ese aguacero que cae
durante varias horas en un barrio de invasión, llevándose el humilde rancho
donde vive la protagonista, es una fotografía exacta de esos cinturones de
miseria a donde llegan a vivir los desplazados por la pobreza.
“Mundo roto” es una
novela desesperanzada. Aquí el escritor muestra una sociedad en crisis, donde
los valores se han perdido. Es una radiografía sobre una familia que se
desintegra, donde se enseña cómo la drogadicción consume a la juventud. La
novela es una voz de alerta que convoca a la gente a no dejarse arrastrar por
aguas turbulentas, una especie de campana que toca para advertir que algo se está
hundiendo. Todo porque Victoria, personaje central, cae en el alcoholismo. “Mundo
roto” trata de ser una brújula para reconstruir un matrimonio que no se
entiende. Busca aportar lecciones de convivencia,
amor y esperanza en un hogar, como elementos necesarios para alcanzar el
entendimiento.
El dolor de un
muchacho campesino que ve cómo en la época de la violencia los contrarios
políticos asesinan a su padre, la angustia de un hombre que ve impotente cómo
ante sus ojos violan a su hija, la desesperanza de una madre que llora porque
el hijo ha robado para llevar una panela a la casa, la rabia en el alma de una
niña rica que es secuestrada por un grupo guerrillero, la desesperación de una
mujer hermosa que por su pobreza debe dedicarse a la prostitución y la
paciencia de un soldado que por defender la patria pierde una pierna son apenas
aristas de personajes que en las novelas de Fernando Soto Aparicio transmiten
al lector el inconformismo de una clase social excluida.
“Proceso a un angel”,
que cuenta cómo la aparición de la Virgen de Piendamó la aprovechan personas
inescrupulosas para enriquecerse con la fe de los creyentes; “Los funerales de
América”, donde se novela sobre el conflicto armado que ha padecido Colombia;
“Camino que anda”, libro donde el escritor descubre el origen mestizo del
hombre latinoamericano; “Palabra de fuego”, que enseña la existencia de un
Dios-amor antes que la de un Dios-castigo; “Puerto silencio”, historia que
muestra cómo una mujer impone su voluntad en la formación de sus hijas, son
todas novelas donde aflora el compromiso de Soto Aparicio por reflejar en su
obra la realidad de una Colombia convulsionada.
Todos los personajes
creados por Fernando Soto Aparicio tienen una connotación social. Rudecindo
Cristancho lucha por alcanzar reivindicaciones sociales para su gente. Amanecer
Fernández intenta cambiar el mundo con la investigación del pasado mestizo de
su patria. Celina Franco Valdivia expresa la injusticia de una justicia que condena
inocentes. Liria personifica a las víctimas de las minas antipersona. Florentino
Sierra simboliza a los excluidos que piensan que el sistema político debe
cambiar. Pastora Santos trata de imponer sus principios morales a su descendencia.
Victoria es la mujer que ve cómo el hogar se le derrumba, y Amanda Tovar es la
niña rica que reniega de su clase social. Todos son seres humanos que en medio
de la angustia buscan una luz en la oscuridad.
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