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domingo, 22 de noviembre de 2009

"Danza de redención", de David Sánchez Juliao


Por JOSE MIGUEL ALZATE

Hace varios meses se encuentra en circulación la última novela publicada por David Sánchez Juliao, el escritor oriundo de Lorica. Se llama "Danza de redención". Editada por Grijalbo, es una novela que no obstante tener cerca de 450 páginas se lee con un interés creciente. No solo porque está escrita en un estilo narrativo sugerente, que invita a su lectura, sino porque conserva un ritmo sostenido, que no cansa al lector. A través de un narrador omnisciente manejado con maestría, Sánchez Juliao recrea en esta novela todo ese caudal anecdótico propio de la región caribe, con sus leyendas, con sus tradiciones, con sus costumbres.

En "Danza de redención" aparece, desde la primera línea, un narrador vigoroso, recursivo, fornido. Aquí se descubre la madurez intelectual alcanzada por Sánchez Juliao, su innata vocación de creador de ficciones, su superación literaria con relación a sus libros anteriores. Porque si bien es cierto que en "Pero sigo siendo el rey" y en "Mi sangre aunque plebeya" está la impronta de un escritor maduro, que maneja hábilmente las historias novelables, es más cierto todavía que en su última novela el escritor alcanza una mayor proyección de su arte narrativo. Es decir, en "Danza de redención" el estilo es más depurado, el lenguaje más fluido, la narración más trabajada.

La primera observación que la crítica puede hacerle a "Danza de redención" es que es una novela demasiado garciamarquiana en su concepción literaria. Es que la influencia estilística del autor de "Cien años de soledad" se presiente en toda la novela. Esta influencia, desde luego, no demerita el trabajo literario de Sánchez Juliao. Al contrario, solidifica su labor como novelista. Porque le permite demostrar que García Márquez no agotó totalmente la cantera temática de la región costeña. Y esa influencia se siente tanto en la forma como Sánchez Juliao narra las historias, como en la estructura de la novela, en la creación de los personajes, en el estilo narrativo mismo.

"Danza de redención" es, como "Cien años de soledad", una obra muy bien escrita, donde se rinde culto a la estética, con un innegable aire fantástico. Hasta en la misma elaboración de los períodos se nota ese pulimento garciamarquiano, ese denso trabajo de carpintería literaria. Hay momentos en que, tanto por el estilo como por la técnica, el fantasma de García Márquez parece recorrer la novela. Las frases alcanzan, a veces, un tono muy propio del escritor de Aracataca. Y hasta en los mismos diálogos se presiente esa fuerza arrolladora de su narrativa; son puntuales, concisos, elaborados con ingenio literario.

"Danza de redención" tiene como espacio geográfico el caribe colombiano. Por esta razón es una obra rica en vivencias, en leyendas, en anécdotas. Como se sabe, esta es una región rica en filones temáticos que permiten novelarse. Y Sánchez Juliao ha recogido esas costumbres para estructurar una novela de trascendencia. El vaso comunicante de toda la obra es la música popular de la Costa Atlántica. Esas canciones que han venido sonando generación tras generación le permiten al escritor recrear las leyendas. Es así como toma sus letras para insertarlas dentro del texto narrativo en una técnica que ya había experimentado en sus libros anteriores.

El resultado es una obra que rescata la tradición oral de la región costeña, expresada en su riqueza musical. La historia de cómo surgieron canciones que hoy toda la gente tararea se mezcla con la historia misma de una generación que encuentra en la música una forma práctica de expresar sus propios sentimientos. Simón Laza, uno de sus personajes, es el director de la Banda Municipal de San Fernando de Cumbé. A él lo identifica la pasión por la música. Y uno de sus hijos, Francisco Siete, hereda su talento artístico. Lo mismo ocurre con Enrique Diez, su primer hijo. Y más tarde con Crispín Ocho. Es decir, es una familia identificada con un mismo ideal: la música.

Esta novela de David Sánchez Juliao se inscribe dentro del realismo mágico. Porque las cosas que suceden en ese pueblo están llenas de fantasía. Como el hecho de que cuando Enrique Diez toca el acordeón las serpientes quedan encantadas. El tratamiento literario que en "Danza de redención" se le da a la transformación de un hombre en caimán rescata la historia de la conocida canción popular. Pero el escritor, con su fuerza narrativa, hace la leyenda verosímil. Sucede cuando Saúl Sánchez, que es despreciado por Micaela Cubillos, decide transformarse en caimán. Y es su mismo compadre, Simón Laza, quien le echa sobre el cuerpo los líquidos para lograrlo. Estos le habían sido entregados por unos indios que visitaron Cumbé.

En el pueblo todo el mundo sabe que el animal es Saúl Sánchez, transformado. Y la hija de Rosendo Cubillos, el dueño de la piragua, se compadece de él. Entonces inician un noviazgo que termina en matrimonio meses después, cuando el hombre vuelve a su estado normal. En "Danza de redención" hay mucha fantasía, como atrás quedó dicho. Pero, igualmente, en la novela campea un erotismo muy sutil, hábilmente manejado. "Danza de redención" es un libro para leer más de una vez. Y sobre el cual puede escribirse un ensayo de interpretación literaria más amplio. Porque es una novela que seguramente dará mucho de qué hablar. Es decir, no va a pasar inadvertida.

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