Por JOSE MIGUEL
ALZATE
En los primeros capítulos
de Cien años de soledad Gabriel García Márquez narra el temor que siempre tuvo
el viejo José Arcadio Buendía de que, como consecuencia de las relaciones entre
primos, de pronto en la familia naciera un hijo con cola de cerdo. No era un
temor infundado. El esposo de Ursula Iguarán tenía conocimiento de que una tía
de ella, que se había casado con un tío de él, tuvo un hijo que vivió 42 años
con una cola cartilaginosa “que nunca se dejó ver de una mujer”. La ocultaba en
unos pantalones englobados. Era una cola de cerdo que lo llevó a morir a esa
edad en estado de virginidad. Falleció cuando un carnicero se la cortó “con una
hachuela de destasar”.
Esta es la primera
referencia que aparece en Cien años de Soledad sobre relaciones endogámicas.
Gabriel García Márquez da a entender que en los tiempos en que el pirata
Francis Drake asaltó a Cartagena se presentó la primera relación de este tipo.
La bisabuela de Ursula Iguarán se casó con el primer José Arcadio Buendía.
Aunque no narra que eran primos, deja en el lector la idea de que sí existía
esa relación de familia. Todo porque la mamá del personaje citado en el párrafo
anterior era descendiente directa de este matrimonio. Que el hijo naciera con
una cola en forma de tirabuzón es prueba contundente de que entre la bisabuela
y el primer José Arcadio existía un lazo de familia.
El temor de que naciera un hijo con
cola de cerdo lo manifestó por primera vez la mamá de Ursula. Se lo advirtió
después de que se casó con José Arcadio Buendía sin hacer caso a quienes
trataron de impedirlo. Ella la aterrorizó “con toda clase de pronósticos
siniestros sobre su descendencia”. Tanto, que logró que ella rehusara consumar
el matrimonio. Para lograrlo, Ursula se ponía, antes de acostarse, un pantalón “que
su madre le fabricó con lona de velero y reforzado con un sistema de correas
entrecruzadas”. Temiendo que José Arcadio la violara dormida, cerraba el
pantalón por delante “con una gruesa hebilla de acero”. Esta fue la razón por
la cual en Macondo empezó a rumorarse que José Arcadio Buendía era impotente.
Hay una
relación endogámica en la novela que no alcanza a consumarse. Arcadio, el hijo
que tuvo José Arcadio con Pilar Ternera, ignorando que ella es su madre, se le
aparece en la casa para proponerle que hagan el amor. Ella le contestó que eso
era imposible, pero no le dijo por qué. Ante la negativa, él le enrostró su
pasado. Entonces Pilar Ternera le sugirió que esa noche dejara la puerta de su
cuarto sin tranca, que ella lo visitaría. Pero la que apareció fue Santa Sofía
de la Piedad, una mujer a quien ella le ofreció cincuenta pesos para que lo
hiciera feliz. Arcadio se dio cuenta del engaño cuando notó que “no olía a humo
sino a brillantina de florecitas”.
Ursula
Iguarán también alimentaba el mismo temor de su esposo por las relaciones
sexuales entre familiares. Como veía que en la casa se vivía un ambiente donde
los hermanos querían poseer a las hermanas, antes de morir elevó oraciones a
Dios para pedirle que impidiera que actos de esta naturaleza ocurrieran entre
los suyos. Ella tenía fresca en la memoria la tarde en que encontró a Aureliano
José, el hijo de Aureliano Buendía con Pilar Ternera, besándose con su tía Amaranta
en el granero. Sin sospechar nada, Ursula solo atinó a decirle: “Quieres mucho
a tu tía”. El, asustado, contestó que sí. Ese día Amaranta decidió cortar la
relación.
En los capítulos
finales de Cien años de soledad se narra cómo el último Aureliano, el hijo de
Meme y Mauricio Babilonia, aprovecha que Amaranta Ursula sale del baño “con una
toalla enrollada en la cabeza” para, tomándola por sorpresa, hacer el amor con
ella. De esta relación nació el hijo con cola de cerdo que los padres de la
estirpe habían advertido. Se la descubrió la comadrona que atendió el parto
cuando, después de cortarle el cordón umbilical, “se puso a quitarle con un
trapo el ungüento azul que le cubría el cuerpo”. Al voltearlo boca abajo le
descubrieron que tenía algo más que el resto de los mortales. Era la cola de
cerdo. Amaranta Ursula era hija de Fernanda del Carpio y Aureliano Segundo. Aureliano
descubriría después, en los manuscritos del gitano Melquíades, que Amaranta
Ursula era su tía.
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