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miércoles, 9 de diciembre de 2009

De rumba corrida"


Por JOSE MIGUEL ÁLZATE

Adalberto Agudelo Duque es el escritor más profesional que tiene el departamento de Caldas en los actuales momentos, sin lugar a dudas. Sobre todo en narrativa. Desde la publicación de su primer libro, “Suicidio por reflexión”, su trabajo literario ha sido una búsqueda constante de nuevas formas de expresión. Desde entonces ha venido decantando su lenguaje, depurando su estilo, perfeccionando su técnica. En “Primer cuentario”, publicado en 1981, aparece un narrador vigoroso, que sabe manejar los recursos del lenguaje. La obtención, en 1994, del Premio Nacional de Cuento convocado por Colcultura, ratificó la calidad de su trabajo narrativo. Fue una oportunidad para demostrarse asimismo que había asumido su creación literaria con profesionalismo, sin hacer concesiones fáciles a la imaginación. Además, su participación en diversos concursos nacionales de cuento, donde ha resultado premiado, demuestra que trabaja el barro de la palabra con una constancia admirable y con una dedicación, como mínimo, sorprendente. Esto le ha permitido al escritor perfilarse como un narrador maduro, con mucho dominio de la técnica y, sobre todo, con mucha fuerza expresiva.

La publicación de su último libro, “De rumba corrida”, ganadora de la Sexta Bienal de Novela José Eustasio Rivera convocada por la Fundación Tierra de Promisión de la Ciudad de Neiva, invita a hacer una nueva valoración del trabajo narrativo de Adalberto Agudelo Duque. Porque en este libro está la tarea creadora de un escritor profesional, de un esteta de la palabra, de un hábil contador de historias. No otra cosa puede decirse de un autor que maneja con tanta maestría el monólogo Joyceano. En “De rumba corrida” los personajes permiten que el lector se interne en su propia conciencia porque transmiten en su lenguaje su propia interioridad, su propia angustia existencial, su propio pensamiento. El escritor permite el flujo de la conciencia, liberando a los personajes de su carga de emociones. Además, es una obra de alto vuelo literario, escrita con un lirismo sorprendente, donde predomina la cadencia de la frase y la musicalidad de la oración. Con un erotismo manejado en forma artística, Agudelo Duque rinde en esta novela un tributo a la música romántica al intercalar dentro del texto narrado frases enteras de canciones populares. Y este es un experimento literario del cual sale bien librado el autor caldense.

Las propuestas técnicas que hace Adalberto Agudelo Duque en esta novela son válidas literariamente. No se puede pensar que porque Julio Cortázar haya casi agotado la experimentación en técnicas narrativas los escritores nuevos no puedan hacer sugerencias en este sentido. ”De rumba corrida” es novedosa no solo en cuanto a la técnica literaria se refiere sino también en la diagramación. Las dos columnas monologadas al principio del texto, donde se expresan los dos personajes principales, permite al lector hacer una comparación sobre el contenido de los monólogos, encontrando sus parecidos lingüísticos. De la misma manera, en el capítulo séptimo, se encuentra con las voces de los narradores que cuentan parte de su propia vida en un lenguaje bien elaborado. Con esta novela Adalberto Agudelo Duque demuestra que tiene las energías necesarias para escribir un libro que trascienda las fronteras caldenses. Seguramente que en el momento en que encuentre una veta temática que le permita mostrar sus fortalezas expresivas escribirá una obra que le dé proyección nacional. Pero antes debe experimentar un poco más en el manejo de la acción. Porque la novela, para ser apasionante, debe tener más dominio del hilo conductor.

En las últimas líneas del párrafo anterior consignamos una apreciación personal sobre la novela en el sentido de que argumentalmente la obra tiene un vacío. Es decir, “De rumba corrida” peca por una sola razón: le falta nudo, desarrollo y desenlace. Por lo demás es una obra muy bien escrita, donde el lenguaje literario se transforma a veces en verdadera poesía en prosa, con un erotismo manejado sutilmente. Según su autor, el vaso comunicante está trabajado en los epígrafes. Pero descubrirlo es tarea de profesionales de la literatura. El lector común y corriente posiblemente no encuentra esa relación entre los epígrafes y el texto narrativo. El experimento técnico de Adalberto Agudelo Duque, en este sentido, es un buen aporte a la búsqueda de nuevas formas de expresión literaria. Sin embargo, éste hecho le impide que se convierta en una novela popular, que llegue a toda clase de público. El escritor caldense, que explora mucho en la intertextualidad y en el palimpsesto, tiene vena narrativa. Sus personajes están bien delineados, tienen expresión propia, poseen fuerza testimonial. Pero para que la novela llegue a un público más amplio necesita un argumento que despierte el interés del lector, que lo haga reflexionar con las situaciones creadas, que lo motive a querer descubrir qué pasa con los personajes. Del autor de “De rumba corrida” hay que esperar, en el futuro, una excelente novela.

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